Espejos.
Me devuelven una imagen que no me gusta, que odio, que a veces se oculta, pero que siempre estará ahí. Escondida esperando el mejor momento en el que reaparecer y así recordarte lo peor de ti.
Hay días malos en los que te miras y solo ves lo mal que estás, que el reflejo que te devuelve el espejo te asquea más de lo normal.
Sin saber bien por qué ya estás llorando. Aunque en el fondo sí que sabes perfectamente el motivo. No te gustas. No te gustas nada en absoluto, te miras y te ves horrible, no encuentras nada agradable en ti.
Y continuas llorando. Ya no eres capaz de parar porque estás demasiado desesperada. Compadecerte nunca es una buena opción pero no te quedan motivos por los que sonreír un poco. Quizás los haya pero no los encuentras, o no tienes ganas ni de intentar buscarlos.
Quizás todo esto sea por tu culpa. Tu reflejo no te gusta, tú no te gustas y de eso no tiene la culpa nadie más.
Por eso lloras cada noche cuando te acuestas y si alguien te ve así... es que acaba de morirse el personaje de un libro y te ha dado mucha pena. Cualquier excusa tonta te vale y se la creerán.
Creerán que te ha pillado algo sensible y por eso lloras.
Pero el problema es que toda tu vida se repite como un bucle infinito.
Delante de ese espejo enorme que te pusieron en tu habitación.
Hay veces en las que me gustaría tanto poder taparlo.
Querría no quedarme mirando ese espejo todos los días, todas las noches antes de irme a dormir., viendo lo poco que me gusta ser yo.
No tienes ganas de nada, ni de comer, ni de beber, ni de existir, Quieres desaparecer para así no poder verte.
Llega ese momento en el que te das cuenta que no eres nada y, o cambias, o todo va a ir de mal en peor. Sea como sea, la situación tiene que acabar. ¿Cómo saldrás?
¿Seré capaz de mirarme a un espejo y verme bien? No digo guapa, digo bien. Sonriendo, feliz y con ganas de vivir.
Hay días malos en los que te miras y solo ves lo mal que estás, que el reflejo que te devuelve el espejo te asquea más de lo normal.
Sin saber bien por qué ya estás llorando. Aunque en el fondo sí que sabes perfectamente el motivo. No te gustas. No te gustas nada en absoluto, te miras y te ves horrible, no encuentras nada agradable en ti.
Y continuas llorando. Ya no eres capaz de parar porque estás demasiado desesperada. Compadecerte nunca es una buena opción pero no te quedan motivos por los que sonreír un poco. Quizás los haya pero no los encuentras, o no tienes ganas ni de intentar buscarlos.
Quizás todo esto sea por tu culpa. Tu reflejo no te gusta, tú no te gustas y de eso no tiene la culpa nadie más.
Por eso lloras cada noche cuando te acuestas y si alguien te ve así... es que acaba de morirse el personaje de un libro y te ha dado mucha pena. Cualquier excusa tonta te vale y se la creerán.
Creerán que te ha pillado algo sensible y por eso lloras.
Pero el problema es que toda tu vida se repite como un bucle infinito.
Delante de ese espejo enorme que te pusieron en tu habitación.
Hay veces en las que me gustaría tanto poder taparlo.
Querría no quedarme mirando ese espejo todos los días, todas las noches antes de irme a dormir., viendo lo poco que me gusta ser yo.
No tienes ganas de nada, ni de comer, ni de beber, ni de existir, Quieres desaparecer para así no poder verte.
Llega ese momento en el que te das cuenta que no eres nada y, o cambias, o todo va a ir de mal en peor. Sea como sea, la situación tiene que acabar. ¿Cómo saldrás?
¿Seré capaz de mirarme a un espejo y verme bien? No digo guapa, digo bien. Sonriendo, feliz y con ganas de vivir.
Si sales de esta situación siempre recordarás que:
Hay días en los que ni los espejos son tus amigos.
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