En este mes se acabó la Navidad, las luces de colores que adornaban artificialmente las noches se terminaron por quitar.
Los últimos árboles adornados y brillantes, los apagaron. Y una vez más, de vuelta a la rutina.
Algo bueno que trajo enero fue por fin un poco de lluvia, suave y constante.
Un poco de lluvia que devuelve algo del color verde a la vida, que aunque sea vida en ciudad, se agradece.
Si las plantas pudiesen hablar, gritarían de alegría. Ojalá este año traiga un poco más de agua.
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