No me doy cuenta de cuánto te echo de menos. Intento reemplazarte, intento buscar esa mirada en otros ojos y por un segundo creo que vuelvo a sentir lo mismo que contigo, pero la fría realidad me sacude y con un escalofrío vuelvo a la rutina de mis sonrisas sin dueño.
Como un fantasma me persigue tu recuerdo a todas partes. Casi sin darme cuenta de lo que hago busco a la desesperada esa sonrisa que era para mí.
Lo que más duele es que tu sonrisa sigue ahí, igual que siempre. Es la mía la que ha cambiado. Tu confianza fue lo que cambió todo, y en el fondo no me queda otra que agradecerte ese dolor.
Te quiero amigo mío y siempre lo haré de una manera u otra.
Mi sonrisa era tuya y lo seguirá siendo.
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