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jueves, 9 de julio de 2015

El tiempo es como el viento, caprichoso y escurridizo.

A veces me pregunto qué habrá sido de algunas de las personas que he conocido a lo largo de mi vida y que, por un motivo u otro, dejé de saber de ellas.
Tal vez fuera porque no supimos conservar el contacto, quizás por vagueza o por estupidez, o quizás simplemente no estábamos destinados a mantener ningún tipo de relación amistosa ni de ningún tipo, y el tiempo se limitó a colocarnos cada uno en su sitio.

Realmente me da curiosidad saber qué ha sido de sus vidas, qué estarán estudiando, si tienen pareja o si la vida las ha tratado mal.
Y es que quitando esos malos rollos que hubiese podido haber y que terminaron por hacer que nos abandonásemos a nuestra suerte, me gustaría saber algo de ellas, simplemente porque han sido parte de mi vida un tiempo, corto, pero un cierto tiempo.

Pero que no haya confusiones, no echo en falta a nadie. Si esas personas se alejaron es porque fue mejor así para todos; pero precisamente porque hubo un tiempo en el que compartíamos inquietudes, risas y largas conversaciones, querría saber de ellas, querría que -como si de una desconocida se tratase- me contasen cómo es su vida en ese momento, después de estos años, quién está con ella y quién le falta, y si es feliz o si tiene problemas.

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