Pero pasó.
Llegó ese momento que no me atrevía ni a soñar.
Llegó ese momento en el que encontré a alguien que me quiso hacer feliz, alguien que se atrevió a darme un beso mientras me cogía la mano, alguien que me abraza fuerte y no me quiere soltar.
Con quien las despedidas se hacen cortas, a pesar de alargarlas todo lo posible... terminando con un beso más y un "buenas noches, nos vemos pronto".
Nos hacemos felices mutuamente y eso es lo más bonito que existe.
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